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Trabajo Práctico sobre Pentecostés - 3 Lecciones

ā€‹50 DÍAS DESPUÉS DE PASCUA

 

Las tres lecciones sobre Pentecostés tratan sobre el día de esta fiesta como el cumpleaños de la Iglesia Cristiana. La primera lección relata los eventos de ese gran día.  La segunda trata sobre el espíritu Santo y nuestro renacimiento espiritual.  La última trata sobre la manifestación, dones y el poder de transformación del Espíritu Santo.

 

Lección I – Pentecostés

Lee Hechos de los Apóstoles 2 el cual es un recuento del día de Pentecostés.  Esto ocurre 50 días después de la Pascua.  Los Apóstoles estaban “todos unánimes juntos” (hechos 2:1) cuando el Espíritu Santo descendió sobre ellos.

 

Después de leer este relato estudia el Icono del descendimiento del Espíritu Santo identificando los símbolos. 

 

 

Responde estas preguntas:

 

A)    ¿Dónde están los Apóstoles reunidos? ¿Por qué?

B)     ¿Cuáles fueron los eventos del día de Pentecostés?

C)    ¿Por qué habían judíos de todo el mundo reunidos en Jerusalén?

D)    ¿Cómo ayuda esto en difundir el Evangelio?

E)      ¿En que forma aparece el Espíritu Santo?

F)      ¿Qué poder le dio a los Apóstoles?

G)    ¿Qué prometió Jesús enviar en el día de Pentecostés a los apóstoles para guiarlos?

 

Mira los siguientes pasajes bíblicos y resúmelos.

 

Romanos 8:9-12

Juan 4:24

Juan 14:26-27

Juan16:7

Juan 14:16-17

2 Corintios 13:14

 

A)    ¿Es el Espíritu Santo menor que Cristo?

B)     ¿Cuan importante es el Espíritu Santo para nosotros hoy día?

C)    ¿Qué rol juega el Espíritu Santo?

 

 Tropario de Pentecostés

Bendito eres Tú oh Cristo nuestro Dios, que mostraste a los Pescadores llenos de sabiduría, derramando sobre ellos el Espíritu Santo, y por medio de ellos el universo conquistaste, oh Amante de la humanidad gloria a Ti.

 

Lección II - El Espíritu Santo

 

Lee Juan 3:1-12

A)    Que significa este pasaje

B)     ¿Por qué Nicodemo está confundido?

C)    ¿Qué significa renacer?

D)    ¿Es un renacer físico?

 

Lee el siguiente artículo “La Aventura de Pentecostés” escrito por Teodoro Heckman. 

Discute las preguntas al final del artículo.

 

  • Muy pocos de nosotros, si es que alguno, considera a las Fiestas de la Iglesia como aventuras, ellas son realmente eso, las aventuras divino-humanas listas para vivirlas por cualquier Cristiano. Por ejemplo, Navidad no es sólo un día para el recuerdo del nacimiento de Cristo, pero un día cuando Él nace en nosotros, y nosotros nos volvemos algo más que “animales humanos”. Los días de Cuaresma que llevan finalmente a la Crucifixión - son días de nuestro propio arrepentimiento cuando nosotros nos preparamos para otro nacimiento, la Resurrección. Y esta Resurrección no es de nuevo una conmemoración solamente, pero una realidad en la que nosotros junto con el mundo entero nos rehacemos con el nuevo fulgor y alegría. Más allá de estos dos, hay un tercer día de renacimiento: el período de Resurrección de cuarenta días concluye con la aparente desaparición de Cristo en la Ascensión a ser completada por la venida del Espíritu Santo en Pentecostés cuando se rehicieron los hombres de nuevo en la imagen divina-humana de Cristo. 

  • Tales aventuras, que nos llevan a través de una serie de renacimientos, pueden no llenar la definición ordinaria del término aventura; ellas no nos llevan a tierras exóticas a través de caminos asediados por extrañas adversidades, el paralelo es mucho más cercano de que lo que nosotros podemos haber comprendido. Las Aventuras de las Festividades tienen el poder de que mientras nosotros estamos en nuestras propias comunidades nos llevan más allá de nuestra situación presente, más allá de incluso este mundo, en el Reino de Dios. Y en cuanto a las adversidades, sólo trata de tomar en serio estas fiestas; y veras la oposición y dificultades que descubrirás prontamente. Todo esto apunta a algo muy básico de la experiencia cristiana, al mismo significado de vida cristiana; esa vida simplemente no es una cuestión de ser tan bueno como sea posible mientras esperamos el premio del paraíso después de la muerte. Es que la celebración de las Fiestas actualizan el paraíso para nosotros y en nosotros, donde nosotros estamos ahora. Con tal que nosotros participemos total y plenamente en ellas, pueden llenarnos a nosotros y a nuestro ambiente de una vida transformada. Cuando Cristo anunció, “He aquí, yo hago nuevas todas las cosas”, esta aventura en la transformación es lo que Él quiso decir.

  • Pentecostés, en particular, es por excelencia la celebración de la vida transformada. En el trasfondo está la fiesta judía de las “Semanas” que marcó el principio de la cosecha. El primer fruto del año se traía entonces, señalando el cumplimiento de todo lo que Dios habían prometido a Israel. Él les había dicho que a ellos se les daría una tierra en la que fluye leche y miel. Se habían esforzado muchos años, a través de toda clase de dificultades, ellos estaban recibiendo la primera cosecha de esta tierra ahora, y era celebrada en la “Fiesta de las Semanas.”

  • Con Su venida, Cristo llega a ser el “primer-fruto” de la Nueva Creación, el cumplimiento de la promesa hecha por Dios a Israel para restaurar la humanidad y toda la creación que se había desviado del sendero proyectado. Pentecostés, ahora se transforma en la Fiesta de la primera cosecha de la Nueva Creación. Se decoran nuestras iglesias en este día profusamente con ramas recién cortadas y flores y lo más importante, la cosecha incluye las almas renovadas de la humanidad. 

  • Históricamente el primer Pentecostés tuvo lugar en Jerusalén. Se reunieron aproximadamente unas ciento veinte personas en un Cuarto Superior, entre ellos, los discípulos, mujeres piadosas, y la Madre de Cristo, la Virgen María. Allí ellos eligieron a un nuevo discípulo para llenar el lugar del traidor, y ellos oraron como Cristo les había enseñado. Diez días después de la Ascensión, a la tercera hora (9 AM) comenzó un extraño sonido parecido al del viento, y misteriosas lenguas de fuego aparecieron sobre ellos. Ellos estaban llenos con el Espíritu Santo e inmediatamente fueron capaces de hablar en todos los idiomas extranjeros. En esos tiempos los judíos que estaban en Jerusalén  habían sido dispersados a lo largo del mundo antiguo hablando toda clase de lenguas. Asombrados por la perturbación en esa casa, ellos vinieron. Y cuando llegaron lo que ellos oyeron fue a los Apóstoles que hablan en todas estas lenguas. “¿Cómo es que ellos hablan en nuestras lenguas?” ellos se preguntaron. Algunos de ellos sin entendimiento acusaron a los Apóstoles de estar ebrios. Pedro, el líder, habló a todos diciendo: “Mas esto es lo dicho por el profeta Joel: Y en los postreros días, dice Dios, Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán.” El resultado inmediato de este evento fue el bautismo de tres mil personas.

  • Aquí nosotros podemos ver el reverso de la historia de Génesis, la Torre de Babel. Construyendo esa torre, los hombres arrogantemente desearon llegar a Dios por sus propios medios. Dios detuvo el tonto esfuerzo confundiendo sus lenguas y dividiéndolos por eso. Ahora, sin embargo, en Pentecostés los hombres estaban esperando la acción de Dios humildemente y con devoción, a los discípulos se les dio la habilidad de hablar en los varios idiomas como un regalo, y el resultado fue la unidad de aquéllos que oyeron (la misma meta que el Israelitas habían buscado en la torre). 

  • El regalo del Espíritu Santo es la clave para la renovación de la creación. El cumplimiento final de la Encarnación (Navidad) y la Expiación (la Resurrección) es Dios que viene a vivir en Su creación no como un hombre, pero en todos los hombres y en todas las cosas. “El que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo.” (Efesios 4:10). Y Pentecostés es el día cuando ese regalo es vivido por la Iglesia, aunque también es un evento continuo y diario. Es el día cuando nuestro mundo material se revela como contenedor de Cristo dentro de él, y al centro de todas las cosas. Pero todas las cosas no reconocen su propio centro, incluso hombres conscientes que ya lo han vivido. Así que la Iglesia existe para revelar esta verdad. Y la Iglesia señala a Pentecostés justamente como el día de su propio nacimiento.

  • Nuestra aventura no nos toma fuera de este mundo en lo espacial, ni fuera de nuestras comunidades, ni fuera de nosotros mismos, pero por una serie de renacimientos nos ha llevado hacia dentro de todas esas cosas, a su centro verdadero. Ahí encontramos una presencia divina, Dios viviendo eternamente como también el Espíritu Santo. Y de ese centro viene la vida la cual transforma todas las cosas a la Nueva Creación.

 

Preguntas

 

  1. ¿A que tres días de “renacimiento” se refiere el autor?

  2. ¿De acuerdo al autor cual es el significado de la vida cristiana?

  3. ¿Qué evento celebraron los judíos en la fiesta de Pentecostés? ¿Cómo cambia esta a una fiesta cristiana?

  4. Describe que paso en la primer Pentecostés cristiano después de leer los relatos en hechos 2: 1-47.

  5. ¿Qué es revelado en Pentecostés?

  6. Explica que quiere decir San Pablo en Efesios 4:10

  7.  ¿Cómo cambian los apóstoles después de experimentar Pentecostés? ¿Cómo cambiamos nosotros después de vivirla?

  8. Pentecostés es el nacimiento de la Iglesia Cristiana.  Y también corresponde a la fiesta judía de las “Semanas” en la que se celebra el comienzo de las cosechas.  ¿Cómo se conectan las dos?

 

A) ¿En que sentido Pentecostés es como un “nacimiento”?  ¿Ascensión?

B)     ¿En que sentido Pentecostés es como la “primera cosecha”?

C)    ¿Qué es ser cosechado?

 

Lección III – Dones 

 

El Espíritu Santo es mencionado varias veces en el Nuevo Testamento.   El Espíritu santo se manifiesta físicamente 2 veces.  Mira nuevamente el relato del bautizo de Jesús Juan 1: 29-34.  Lee de nuevo Hechos 2:1-5.  ¿Cómo aparece el Espíritu Santo en cada uno de estos relatos?

 

El Espíritu Santo trae cambios con él.  ¿Qué pasó con los discípulos el día de Pentecostés?

 

¿Después de lo anterior fueron sus vidas iguales?

 

El Espíritu de Dios se hace evidente en la vida de los creyentes, la Biblia se refiere a esto como dones del Espíritu.  Lee acerca de estos dones, como ellos fueron usados y cual de estos dones es más importante.

 

1 Corintios 13:13

 

1 Corintios 12 :31

  

Gálatas 5:22-23

 

 1 Corintios 4:7

 

 ¿Qué dones posees tú? ¿Cómo puedes usar estos dones para hacer el trabajo de Dios? ¿Qué fuerza o poder te dio el Espíritu Santo en tu vida? Escribe una carta a Dios agradeciéndole por estos dones. Describe que has hecho tú con ellos y que vas a hacer para completar su trabajo.

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PENTECOSTÉS: EL DESCENDIMIENTO DEL ESPÍRITU SANTO

Padre Thomas Hopko

 

          En el Antiguo Testamento, Pentecostés era la fiesta que acontecía a los cincuenta días después de la Pascua de los judíos. Mientras que la pascua celebraba el éxodo de los israelitas de la esclavitud de Egipto, Pentecostés celebraba el don de Dios de los Diez Mandamientos a Moisés en el Monte de Sinaí.

 

        En la Nueva Alianza, el acontecimiento de la Pascua cobra su nuevo significado como la celebración de la victoria de Cristo  cumplida con su  muerte y resurrección, victoria que cumple el “éxodo” de los seres humanos desde este mundo de pecado, al Reino de Dios. Así también en el Nuevo Testamento, la fiesta de Pentecostés es cumplida y renovada por un nuevo don, el descendimiento del Espíritu Santo sobre los discípulos y sobre la Iglesia.

 

Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas  repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo. (Hechos 2,1-4)

 

            El Espíritu Santo que Cristo había prometido a sus discípulos llegó en el día de Pentecostés. (Juan 14,26; 15,26; Lucas 24,49; Hechos 1,5) Los apóstoles recibieron el “poder de lo alto”, y comenzaron a predicar y atestiguar a Jesús como el Cristo Resucitado, el Rey y el Señor. Tradicionalmente se refiere a este momento como el “cumpleaños” de la Iglesia.

 

            En los oficios litúrgicos de la fiesta de Pentecostés, se celebra la venida del Espíritu Santo junto a la revelación plena de la Santísima Trinidad:  Padre, Hijo y Espíritu Santo. Se manifiesta la plenitud de la  divinidad con la venida del Espíritu Santo a la humanidad, y los himnos de la Iglesia celebran esta manifestación como al acto final de la auto-revelación de Dios al mundo, y el don último que Dios hace al mundo. Por esto, el Domingo de Pentecostés, de acuerdo a la tradición Cristiana Ortodoxa, también se conoce como el Domingo de la Trinidad. En este día el icono de la Santísima Trinidad – particularmente el de las tres figuras angélicas que aparecieron a Abraham,[1] el ancestro de la fe cristiana, -- es colocado en medio del templo. Se utiliza este icono junto al tradicional icono de Pentecostés que demuestra las lenguas de fuego sobre las cabezas de María y los Doce Apóstoles, el prototipo original de la Iglesia, ellos mismos sentados en unidad alrededor de la imagen simbólica del “cosmos”, el mundo.

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        En el día de Pentecostés tenemos el cumplimiento final de la misión de Jesucristo, y la inauguración de la era mesiánica del Reino de Dios, místicamente presente en este mundo en la Iglesia. Por lo tanto, el día cincuenta es el inicio de la época que está más allá de las limitaciones de este mundo, siendo cincuenta el número que representa el cumplimiento eterno y celestial en la espiritualidad mística, tanta judía como cristiana: siete veces siete, más uno.

 

            Así, se le llama a Pentecostés el día apocalíptica, que significa el día de la revelación final. También se le llama el día escatológico, que significa el día del final último y perfecto (en griego, la palabra eschaton quiere decir “el final”.) Pues cuando llega el Mesías y el día del Señor está pronto, se inauguran los “últimos días” en que “Dios declara … Derramaré mi espíritu  sobre toda carne.” Esta es la antigua profecía a la cual se refiere el Apóstol Pedro en el más antiguo Sermón de la Iglesia Cristiana que fue predicado en el primer Domingo de Pentecostés. (Hechos 2,17; Joel 2,28-32)

 

            Nuevamente debemos insistir que la celebración de Pentecostés nos es un mero recordatorio de un acontecimiento que sucedió hace muchísimo tiempo. Es la celebración de lo que debe suceder y  lo que, de hecho, sucede a cada uno de nosotros hoy en la Iglesia. Todos nos hemos muerto y resucitado junto al Mesías-Rey, y todos hemos recibido el Santísimo Espíritu. Devenimos “templos del Espíritu Santo.” El Espíritu de Dios habita en nosotros. (Romanos 8; I Corintios 2 al 3, 12; II Corintios Gálatas 5; Efesios 2 al 3) Nosotros, ya que pertenecemos a la Iglesia, hemos recibido “el sello del don del Espíritu Santo” en el sacramento de la Crismación. Pentecostés ya ha acontecido en cada uno de nosotros.

 

            La Divina Liturgia de Pentecostés recuerda nuestro bautismo en Cristo con el versículo de la carta a los Gálatas nuevamente reemplazando el Trisagion.[2] Las lecturas de la Epístola y del Evangelio hablan de la venida del Espíritu  Santo al ser humano. El kontakion canta de cómo la confusión de Babel fue revertida al reunir Dios a todas las naciones en la unidad de Su Espíritu. El tropario proclama la reunión del universo entero en la red de Dios, mediante la inspirada obra de los pescadores convertidos en apóstoles. Por primera vez desde la Pascua de Resurrección, se vuelve a cantar los himnos “Oh Rey Celestial”[3] y “Hemos Visto la Luz Verdadera”[4], llamando al Espíritu Santo a que venga a habitar en nosotros, y proclamando que “hemos recibido al Espíritu Celestial.” El templo está adornado con flores y ramas y hojas verdes, para demostrar que el Aliento o Soplo divino viene como el “Espíritu Vivificador” para renovar toda la creación. En Hebreo, la palabra que quiere decir Espíritu, aliento y viento es una sola, rúaj.

 

Bendito eres Tú, oh Cristo Nuestro Dios, que mostraste llenos de sabiduría a los pescadores, derramando sobre ellos el Espíritu Santo. Y por medio de ellos conquistaste el universo. Oh Amante de la Humanidad, Gloria a Ti. (Tropario)

 

Cuando el Altísimo descendió y confundió las lenguas, Él dividió las naciones. Mas cuando distribuyó las lenguas de fuego, llamó a todos a la unidad. Por lo tanto, unánimes, glorificamos el Santísimo Espíritu. (Kontakion)

 

            El oficio de Vísperas Mayores de Pentecostés es caracterizado por tres largas oraciones durante las cuales los fieles se arrodillan por primera vez desde la Resurrección.[5] En la Iglesia Ortodoxa, el día Lunes después de Pentecostés se conoce como la fiesta del Espíritu Santo, y el domingo después de Pentecostés es la fiesta de Todos los Santos. Esta es la secuencia lógica ya que la venida del Espíritu Santo logra su acabamiento en la santificación de la humanidad, fin último de la creación y salvación del mundo. “Así dice el Señor: Vosotros por tanto os santificaréis, y seréis santos, porque Yo, Tu Dios, soy santo.” (Levítico 11,45-46; I Pedro 1,15-16)

 


 

[1] Este icono se conoce por el nombre “La Hospitalidad de Abraham”

[2] “Vosotros que en Cristo os bautizasteis de Cristo os revestisteis. Aleluya.” Este himno también se canta en lugar del Trisagion en el Sábado de Lázaro y en la Pascua de Resurrección, como se ha notado anteriormente. Ver arriba.

[3] El texto de esta oración es, “Oh Rey Celestial, Paráclito, Espíritu de Verdad, que estás en todas partes y todo lo llenas, ven y mora en nosotros, purifícanos de toda mancha, y salva nuestras almas, oh Bondadoso.”

[4] Este himno es el que se canta después de la comunión, y dice: “Hemos visto la luz verdadera, hemos recibido el Espíritu Celestial. Hemos hallado la verdadera fe. Adoremos la Trinidad Indivisible, pues ésta nos ha salvado.”

[5] De acuerdo a la tradición local en algunas iglesias, los fieles no se arrodillan en ningún oficio u otro momento de oración a partir de la Pascua de Resurrección hasta Pentecostés, simbolizando su alegría, además del hecho de que todos hemos sido levantados de la muerte a la vida.

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