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LA IGLESIA CATÓLICA APOSTÓLICA ORTODOXA

  • QUE ES

  • QUIEN LA FUNDO

  • CUANDO Y DONDE LA FUNDO

  • COMO LA FUNDO

  • QUIENES FUERON LOS PRIMEROS SEGUIDORES

  • PARA QUE FUNDO LA IGLESIA

  • QUIENES LA FORMAN

  • COMO SE ORGANIZO

  • A CUAL PERTENECE NUESTRA COMUNIDAD

  • SI HAY AUTONOMÍA, COMO SE MANTIENE UNIDA LA IGLESIA

  • DONDE ESTA AHORA LA IGLESIA

  • ES SANTA, CATÓLICA Y APOSTÓLICA

  • QUE OTROS ASPECTOS LA CARACTERIZAN

  • POR QUE NECESITO DE LA IGLESIA; QUE ME OFRECE

 

EL MATRIMONIO EN LA IGLESIA ORTODOXA

  • FUNDAMENTO BÍBLICO

  • EL MATRIMONIO EN LA IGLESIA

  • PROPÓSITOS DEL MATRIMONIO

  • COMPROMISO CON CRISTO

 

LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA MADRE DE DIOS

  • María en la Biblia

  • María en la Iglesia

  • María en las Fiestas de la Iglesia

  • María en la Oración

  • María en la Vida de los Cristianos Ortodoxos

 

 

  

 

 

 

LA IGLESIA CATÓLICA APOSTÓLICA ORTODOXA

 

QUE ES :

Es la comunidad de personas que creen en Nuestro Señor Jesucristo, a la que se ingresa por medio del sacramento del Bautismo en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y que tiene como cabeza o jefatura a su Fundador.

QUIEN LA FUNDO :

La fundó alguien determinante en la historia de la humanidad : un Ser Divino y Humano a la vez, Verdadero Dios y Verdadero Hombre, la encarnación de la segunda persona de la Santísima Trinidad en género humano - en la Santísima Virgen María precisamente - por obra y gracia del Espíritu Santo. Nació en un pesebre, en una aldea de Belén, y su nombre es Jesucristo.

CUANDO Y DONDE LA FUNDO :

Hace casi dos mil años en Palestina, dando cumplimiento a lo predicho por los profetas del Antiguo Testamento que hablaron de un Mesías, un Ungido de Dios, el Cristo, que vendría a restablecer la humanidad a su condición natural; a la que tenía antes del problema originado por los primeros ancestros, Adán y Eva. Es decir, vino a restaurar la imagen y a devolver la semejanza de Dios al ser humano, que  había perdido por desobediente soberbia, volviendo a ser nuevamente imagen y semejanza de Dios.

COMO LA FUNDO :

Dando su ejemplo personal de santidad y predicando el Evangelio (la Buena Nueva), un nuevo mensaje de amor, de perdón mutuo, de fe, esperanza y caridad. Otorgando la paz a las almas de los angustiados, y obrando milagros tales como sanar a los enfermos, devolviendo la vista a los ciegos, y resucitando a los muertos, testimoniando de muchas formas su origen divino ante los seres humanos y entregando su vida como precio de la redención; resucitando gloriosamente de entre los muertos, como primicia de nuestra futura resurrección a la vida eterna.

QUIENES FUERON LOS PRIMEROS SEGUIDORES :

La gente que habita en Palestina, puesto que allí recorrió pueblos y aldeas, llevando su mensaje y presencia salvadora. Entre los discípulos que le seguían, el Maestro Jesús escogió a doce apóstoles : Simón  llamado Pedro ; Andrés su hermano ; Jacobo hijo de Zebedeo y su hermano Juan ; Felipe, Bartolomé, Tomás, Mateo el publicano, Jacobo hijo de Alfeo ; Lebeo, por sobrenombre Tadeo ; Simón el cananita, y Judas Iscariote, el que lo entregó.

Eran personas sencillas : pescadores, artesanos, funcionarios públicos, a quienes llamó para seguirle y difundir su obra en la tierra. Primero los formó mediante su ejemplo personal, su prédica y su accionar milagroso. Luego, rogó al Padre por la unidad de ellos, y les envió el Espíritu Santo en el día de Pentecostés, para darles la necesaria fortaleza y plena comprensión para realizar la obra que les encargó:  ir y bautizar a todas las naciones, en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

 

PARA QUE FUNDO LA IGLESIA :

Para otorgar a los seres humanos un camino hacia la perfección y la salvación : Un camino de  perfección en el amor al prójimo y las buenas obras, en la vivencia de la fe, en el encuentro íntimo con Dios, en la oración y por sobre todo, en la recepción de la Gracia Divina presente en los Santos Sacramentos.

Y un camino de salvación, elevando nuestras almas y cuerpos hacia Dios para que participemos de sus Energías Divinas, plenas de luz, como se manifestaron a Santiago, Pedro y Juan cuando Nuestro Señor Jesucristo se transfiguró en el Monte Tabor.

 

QUIENES LA FORMAN :

La Iglesia es un puente tendido entre el Cielo y la propia Tierra, diseñado y creado por el Dios-Hombre. La forman todos los bautizados en el nombre de la Santísima Trinidad : los que hoy estamos en la tierra y también por nuestros antepasados creyentes, que partieron de este mundo a la Patria Celestial.

Los seres humanos somos creados por Dios a Su Imagen y Semejanza, libres, con alma racional, personas compuestas de alma y cuerpo. En nuestro caminar hacia El nos encontramos con muchas dificultades, y somos en tantos aspectos limitados, por debilidades, caídas, vicios, agresiones, intolerancias, odios, resentimientos, angustias, dolores, etc., que jalonan nuestras vidas.

Sin embargo, a pesar de todos estos problemas nuestros, la Iglesia es Santa porque Santo es Su Fundador, Santos son los Sacramentos que recibimos en ella y Santo es su propósito : que alcancemos la santidad personal en la comunidad.

Somos una masa, y nuestra levadura es el Señor, para que la debilidad de cada ser humano sea transformada por la fortaleza divina. Así, el ser humano se renueva, nace a una nueva vida donde reina el Amor y la Luz de Dios Uno y Trino.

 

COMO SE ORGANIZO :

Transcurridos cincuenta días desde la Gloriosa Resurrección del Señor (diez días después de su Ascensión a los cielos), la comunidad de unas ciento veinte personas, en la cual se encontraba Santísima Virgen María, la Madre de Dios, junto a los Apóstoles, mientras oraban en la casa donde habían celebrado la Ultima Cena con el Maestro, experimentaron la irrupción del Espíritu Santo, que apareció como lenguas de fuego que se repartieron y asentaron sobre cada uno de ellos, cumpliéndose así la promesa hecha por Nuestro Señor Jesucristo.

El Espíritu Santo, Espíritu de Verdad y Fortaleza del Cosmos, otorgó sus dones a los Apóstoles para que comprendieran plena y conscientemente la enseñanza del Señor; y para que emprendieran con éxito la predicación a todos los pueblos y naciones en sus propias lenguas, sean judíos, griegos, árabes, escitas, egipcios, etc., hasta los confines de la Tierra. El Espíritu Santo también les fortaleció para sobrellevar la pesada y cruenta carga de las terribles persecuciones sufridas por los primeros cristianos y posteriormente por todos los mártires, hasta el día de hoy.

Los Apóstoles fueron predicando por las aldeas, ciudades y metrópolis de su época. Así crearon comunidades, dejando a cargo de ellas a un Obispo, ayudado por los ancianos o presbíteros y por los jóvenes llamados diáconos, quienes les colaboraron atendiendo toda clase de necesidades.

Las comunidades cristianas fueron creciendo y estructurándose, alabando al Señor, celebrando la Sagrada Eucaristía, mientras esperaban la vida triunfante de Cristo para reinar eternamente entre nosotros. Obraban el bien para y por todos, compartiendo como hermanos, puesto que eran hijos de un mismo y amoroso Padre Celestial.

Con el tiempo, los Obispos de las Metrópolis fueron llamados Arzobispos Metropolitanos y convocaban sínodos para resolver los problemas eclesiales de sus jurisdicciones. Al Metropolita de la Capital de una nación, reino o imperio, se le denominó Patriarca, siendo el Presidente del Sínodo, pero como primero entre iguales entre los demás obispos.

La Iglesia se caracterizó por una descentralización administrativa y su organización no obedecía a cuestiones dogmáticas. Así, en los primeros siglos, la cristiandad conoció los siguientes Patriarcados : Jerusalén (en Palestina), Antioquía (en Siria), Alejandría (en Egipto), Roma (en Italia), y Constantinopla (en Asia Menor, Capital del Imperio Romano Oriental).

Posteriormente, se crearon nuevos patriarcados, como el de Moscú (Rusia), de Rumania, de Serbia, de Bulgaria y de Georgia.

 

A CUAL PERTENECE NUESTRA COMUNIDAD :

Al histórico Patriarcado de Antioquía, fundado por San Pedro y San Pablo, como consta en el Nuevo Testamento, unos diez años antes de que San Pedro y San Lino organizaron las primeras comunidades cristianas en Roma.

Fue en Antioquía donde los seguidores de Jesús fueron  llamados Cristianos por primera vez.

Recientemente el Santo Sínodo de Antioquía otorgó a Chile la calidad de Metropolia, nominando a Monseñor Sergio Abad como Arzobispo Metropolita de Santiago y todo Chile.

Esta histórica designación de la diócesis chilena como Metropolia, supone una gran responsabilidad y un alto honor, puesto que se le confirió, por una parte, una autonomía administrativa, y por otra parte, voz y voto en el Santo Sínodo formado por 17 Arzobispos Metropolitanos presididos por Su Beatitud Ignacio IV Patriarca de Antioquía y todo el Oriente.

 

SI HAY AUTONOMÍA, COMO SE MANTIENE UNIDA LA IGLESIA

La unidad de la Iglesia, no sólo la de Antioquía entre sus miles de parroquias y diócesis en todo el mundo, sino la de todos los Patriarcados, está basada en dos pilares fundamentales :El primero es que tiene una cabeza que es Cristo Resucitado (Efesios 1,22), siendo la Iglesia Su Cuerpo Místico. El otro es la unidad doctrinaria de la fe y la comunión de la Gracia, del mismo Cáliz y los mismos Sacramentos, existiendo entre ellos un permanente lazo de oración.

Nuestra fe común tiene como fuente, las Sagradas Escrituras y la Santa Tradición. Fue comentada por los Santos Padres Teólogos de la Iglesia, como San Basilio el Grande, San Juan Crisóstomo, San Gregorio el Teólogo, San Gregorio Nazianceno, San Ignacio de Antioquía, San Juan Damasceno, San Agustín, San Gregorio Palamás, y otros., y por las enseñanzas explicitadas y proclamadas en los Siete Concilios Ecuménicos de toda la cristiandad, considerados como la más alta autoridad. Estos Concilios fueron  celebrados en Nicea, Constantinopla, Efeso, Calcedonia, etc., desde el Siglo IV al Siglo VIII. En los dos primeros, Nicea año 325 y Constantinopla año 381, se estableció el Credo de nuestra fe, que cada domingo confesamos en voz alta durante la Divina Liturgia y en otros oficios.

Los Siete Concilios Ecuménicos afirmaron la pureza de la fe y la recta doctrina frente a las herejías, la veneración debida a las Sagradas Imágenes o Íconos, y la disciplina eclesiástica.

Asimismo afirmamos que la plenitud de la Iglesia es asistida por el Espíritu Santo, por lo cual la Iglesia es infalible.

 

DONDE ESTA AHORA LA IGLESIA :

Está en todo el orbe, proclamando el Evangelio en el idioma de cada pueblo o nacionalidad. Es Universal, pero no sólo geográfica ni temporalmente, sino en plenitud interior, puesto que donde se consagra el Pan y el Vino, en comunión con la ortodoxia, ahí está la presencia real del Señor ; ahí está la Iglesia plena, la Iglesia Militante en esta tierra y la Iglesia Triunfante en el Cielo. Donde se encuentra el Obispo, con su feligresía, ahí se encuentra la plenitud universal de la Iglesia.

 

ES SANTA, CATÓLICA Y APOSTÓLICA

Es Santa precisamente porque su Fundador es Santo, y está animada por el Espíritu Santo. Es Católica ; es decir, conforme a todos, puesto que está unida, conserva la fe verdadera y no está circunscrita a lugar, región, raza o pueblos, o períodos de tiempo desde su fundación cronológica. Apostólica, porque el mandato de predicar y bautizar fue encargado por el Señor a los Santos Apóstoles, cuyos sucesores sin interrupción que guardan la pureza doctrinal, son los Obispos.

Existe un Orden Sagrado Sacramental, al cual se consagran personas para servir a Dios como Diáconos, Sacerdotes y Obispos. Pero la Iglesia es plenitud de todos sus miembros, por lo cual, junto a los consagrados, participan vivamente los laicos.

 

QUE OTROS ASPECTOS LA CARACTERIZAN :

La Santa Iglesia Católica, Apostólica Ortodoxa la forman clero y laicos, actuando en ella cada uno según las bendiciones, dones o carismas recibidas, y según los cometidos que les son específicos.

Así, el clero es responsable por la labor pastoral, sacramental, espiritual, y litúrgica ; o sea, de la conducción de la grey, de la correcta administración de los Santos Sacramentos, de la orientación y cuidado espiritual de los fieles, y de las celebraciones litúrgicas en el templo. Por su parte a los laicos les corresponde desempeñar labores administrativas y sociales de su comunidad. Laicos y clérigos juntos comparten las labores pastorales y educacionales dentro de la comunidad. La responsabilidad de la Iglesia es por tanto de todos sus miembros.

 

POR QUE NECESITO DE LA IGLESIA ; QUE ME OFRECE :

La Iglesia nos permite evolucionar individualmente y actuar en comunidad en pro de la perfección y la santidad.

Nos permite también encontrarnos con nosotros mismos, contemplativamente, buscando a Dios en el fondo de nuestro propio corazón y actuando con, por y para los demás, como muestra de amor al prójimo.

¿Qué nos ofrece la Iglesia? ; mas bien es uno mismo, como miembro pleno, quien se ofrece a los demás y los demás a uno. La Iglesia es plenitud de entrega, de amor y de comunión.

 

EL MATRIMONIO EN LA IGLESIA ORTODOXA

 

                        ¿Casarse? Se puede casar en el registro civil. De hecho, eso es el único requisito del estado político en nuestro país para formar una sociedad conyugal. ¿Por qué, entonces, casarse en la Iglesia? Y más aún, ¿por qué considera la Iglesia Ortodoxa al matrimonio como uno de sus sacramentos, uno  de los siete ritos comúnmente designados como Sacramentos o Misterios? San Juan Crisóstomo, uno de los Doctores Ecuménicos de la Iglesia, ha dado el nombre "Sacramento del Amor", a este Misterio del Matrimonio.

 

FUNDAMENTO BÍBLICO

                          Nuestra Iglesia sostiene que el Sacramento del Matrimonio, el Misterio del Amor, está en directa relación con la experiencia del cristiano como miembro vivo del Pueblo de Dios y de su vivencia mística de formar parte integral del Cuerpo de Cristo. Considerar al matrimonio como Sacramento, presupone que el ser humano no sólo posee funciones fisiológicas, psicológicas y sociales, sino que además es ciudadano del Reino de Dios y, como tal, todos los aspectos de su vida involucran valores eternos y a Dios mismo.

 

EL MATRIMONIO EN LA IGLESIA

 

             Nuestra participación como ciudadano del Reino de Dios se realiza en forma máxima dentro de la Eucaristía, es decir,  la Divina Liturgia. En ella, Cristo mismo conduce a la asamblea, y la asamblea se transforma en Su Cuerpo. Todas las divisiones entre sucesos históricos y la eternidad son rotas. Es desde esta perspectiva que el verdadero significado del Matrimonio como Sacramento se comprende.

 

 

                        Para entender las ideas y prácticas cristianas ortodoxas acerca del matrimonio, es fundamental partir de la base de que se supone que las dos personas que se comprometen en la santa unión matrimonial son miembros del Cuerpo de Cristo, la Iglesia, y que comparten plenamente su vida litúrgica.

 

                        En la actualidad, este Sacramento generalmente se celebra en un oficio bellísimo, pero no junto a la Divina Liturgia. Sin embargo, es significativo tomar en cuenta que originalmente los Cristianos Ortodoxos iniciaban su vida matrimonial asistiendo juntos a la Divina Liturgia y recibiendo la bendición del Obispo con una simple oración en que se pedía a Dios que uniera a la pareja. Desde esta perspectiva, se comprende el concepto del matrimonio afirmado por nuestra Iglesia: se enfatiza y se vivencia la identidad de los novios en la Divina Liturgia. El más importante hecho que señala a la persona como miembro de  la Iglesia Católica apostólica Ortodoxa es su participación en la Divina Liturgia, recibiendo la Santa Comunión. Esta relación del Sacramento del Matrimonio con la Santa Eucaristía que proviene de la iglesia primitiva aun se mantiene mediante la práctica actual en que los novios asisten a la Divina Liturgia y comulgan juntos en el domingo o la festividad anterior a la celebración de su boda.

 

                        Se entiende, naturalmente, que la pareja ha dado su libre consentimiento para unir sus vidas como marido y mujer en amor, compromiso y fidelidad. Sin embargo, no es este consentimiento por si solo que hace que el Matrimonio sea un Sacramento. (De hecho, el matrimonio civil también requiere el libre consentimiento de la pareja.) Lo que hace que el matrimonio sea un sacramento es que los novios se presentan como pareja en la presencia de la comunidad reunida de la Iglesia, participen como pareja en la Santa Eucaristía y de la experiencia total de la Divina Liturgia, y reciben la bendición del Obispo o del Sacerdote en la presencia de la Iglesia. A diferencia de los matrimonios civiles, el matrimonio en la Iglesia tiene un significado especial :  es incorporado a la vida misma de la Iglesia, y santificado y bendecido por la gracia de Dios. Esta gracia es derramada sobre la pareja, que desde ese momento se esforzará, mútuamente, por su santificación. Marido y mujer se comprometen a vivir en unión y amor, caminado juntos en el camino de la santificación, apoyándose mutuamente en esta vocación.

                        Las palabras claves en el oficio del Matrimonio en la Iglesia Ortodoxa son las que pronuncia el sacerdote en el momento en que une las manos de los novios delante el altar. Invoca a Dios diciendo, "…extiende ahora Tu mano desde lo alto de Tu Santa Morada y une a este tu siervo N. (nombre del novio) con esta Tu sierva N. (nombre de la novia), ya que por Ti la mujer se une con el hombre…"  Durante esta oración, las manos de la novia, las del novio y las del sacerdote son unidas, mostrando el hecho de que la pareja se vuelve una en la presencia de la Iglesia, mediante la acción de Dios y su gracia santificante.

 

                        De acuerdo a la fe Ortodoxa, entonces, el matrimonio no es simplemente el acuerdo entre un hombre y una mujer para compartir sus vidas, ni tampoco es una sanción legal. El matrimonio no se realiza por la pareja misma, con el clérigo y la congregación como testigos de su decisión. Su unión, basada en su libre voluntad de unirse en amor como marido y mujer, se vuelve Sacramento, Misterio de la Iglesia, precisamente porque son unidos como Cristianos Ortodoxos, miembros plenos de la comunidad eucarística, que juntos comparten el Cuerpo y la Sangre de  Nuestro Señor y Salvador Jesucristo, y que reciben la gracia de Dios para su unión mediante el ministerio de la Iglesia entera en la persona del Obispo o del Sacerdote, y en presencia del Pueblo de Dios congregado.

                        Este concepto explica por qué la Iglesia Ortodoxa no aconseja le matrimonio entre un cristiano ortodoxo y un cristiano de otra confesión. Al mismo tiempo, se entiende que es imposible para la Iglesia unir "en Cristo" a un cristiano ortodoxo con alguien que no sea cristiano. El Sacramento del Matrimonio conserva su significado pleno cuando ambos, tanto el novio como la novia, son partícipes de la Iglesia Católica Apostólica Ortodoxa.

 

                        La Iglesia Ortodoxa bendice y santifica el misterio nupcial de por vida, ya que el compromiso de parte de los novios ha de ser total y pleno, para que su unión sea completa. Tal como su lealtad a Dios ha de ser permanente, total e incondicional, así también su unidad mutua, santificada e incorporada en la relación divina por medio del Sacramento, debe ser permanente, total e incondicional.

 

Los propósitos del matrimonio

                        En la Iglesia Ortodoxa, los propósitos del matrimonio son varios. Un propósito importante del matrimonio es el de ser colaboradores de Dios  : en la perpetuación de la vida humana a través de la concepción de hijos y de su nacimiento y cuidado físico, y además en el sentido más amplio, mediante la alimentación espiritual de nuevos miembros del Reino de Dios.

                         El mayor propósito del matrimonio, sin embargo,  es la santificación mutua de la pareja. Ambos se comprometen a ayudarse mutuamente, en el camino de la salvación, para la santificación de ambos. Los novios se comprometen a apoyarse en la fundamental tarea del cristiano, de acercarse más y más a Dios, y de asemejarse cada día más a El en su camino de la deificación. El matrimonio cristiano es una forma de vida, una vocación especial de vivir la vida que Dios nos ha dado.

 

                        En el matrimonio, el apoyo, la ayuda y la realización mutuas son de primordial importancia. El oficio mismo del matrimonio en la Iglesia señala esta mutualidad. Durante la ceremonia, se intercambian las coronas matrimoniales tres veces, y así también las argollas. Este intercambio de las coronas y de las argollas enfatiza la compartida mutualidad e igualdad de la pareja, a la presencia de Dios, en medio de Su Pueblo, la Iglesia. El cuidado, preocupación, ayuda y apoyo mutuos están enraizados en el amor entre el marido y la mujer. Este amor requiere de tiempo, esfuerzo y paciencia para desarrollarse, y se expresa en muchas diferentes maneras. Las relaciones sexuales dentro del matrimonio no son únicamente un medio para la procreación de hijos, sino también expresan la unión total y completa de la pareja en todos los aspectos de sus vidas. Por esto, muchos teólogos ortodoxos opinan que se debe permitir el uso de ciertos métodos de control de la natalidad, siempre cuando se respetan también los otros propósitos del matrimonio. Todo lo que hacen los cónyuges cristianos ortodoxos dentro del misterio nupcial mantiene su carácter sacramental cuando se haga en unidad con Cristo y Su Iglesia.

 

EL COMPROMISO DE LA PAREJA CON CRISTO Y SU IGLESIA

 

                        ¿Dónde está la Iglesia de Cristo? ¿Dónde participa el cristiano ortodoxo en la vida litúrgica y comunitaria de la Iglesia? La Iglesia está presente plenamente en la parroquia. Es decir, la parroquia es la representación y presencia concreta del Cuerpo de Cristo. Por lo tanto, cada persona que se considera miembro de la Iglesia, debe necesariamente concretizar ese hecho siendo miembro activo de una parroquia. Sólo los miembros del Cuerpo Místico de Cristo participan de su vida litúrgica y sacramental. Por lo tanto, únicamente los miembros activos de una parroquia participan de la vida litúrgica y sacramental en ella.

 

                        En el Sacramento del Amor, dos personas se unen incondicionalmente en la vida nupcial, forman una nueva familia, y se alimentan el uno al otro. Asumen responsabilidades uno por el otro; se preocupan mutuamente al incorporarse sacramentalmente a la vida matrimonial. De la misma manera, los miembros de la familia parroquial, miembros del Cuerpo de Cristo, se preocupan uno por el otro; asumen responsabilidades por la comunidad entera. Ser miembro de una parroquia ortodoxa significa participar en los Sacramentos en ella; además, significa preocuparse activamente por ella : trabajar en ella, dando de su tiempo y talentos; preocuparse por sus necesidades, contribuyendo económicamente a su mantención y desarrollo. Tal como ser miembro de una familia tiene bendiciones y frutos, y conlleva serias responsabilidades, así también ser miembro de una familia parroquial tiene bendiciones y frutos, y conlleva consigo serias responsabilidades.

 

                        Entonces, para casarse en una parroquia de la Iglesia  Ortodoxa, ¿qué se necesita? En primer lugar, los novios deben comulgar de la Santa Fe Ortodoxa, tesoro milenario de nuestra iglesia, y ser miembros de la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo. Deben ser miembros plenos de la parroquia, lo que significa haber asumido todas las responsabilidades espirituales, sociales y económicas de un partícipe de la parroquia. Y, por su puesto, los novios deben tener la voluntad y el consentimiento libre de unirse en amor mutuo y compromiso incondicional, en la vida nupcial en Cristo.

 

 

La  Santísima Virgen María, Madre de Dios 

La Virgen María tiene un importante lugar en la Iglesia Ortodoxa, el que fácilmente se puede observar con el simple hecho de entrar a un templo ortodoxo: siempre hay al menos un ícono de la Virgen María notoriamente visible a los fieles. Entre todos los santos, la Santísima Virgen María goza de un lugar singular. Es venerada como la más excelsa de todas las criaturas de Dios, "mas venerable que los querubines e incomparablemente más gloriosa que los serafines," como cantamos en uno de los himnos de la Divina Liturgia.

Los datos más antiguos que tenemos acerca de María, los encontramos en el Nuevo Testamento, y también en los escritos llamados los "evangelios apócrifos". Estos son documentos compuestos en los primeros días de la iglesia, que no fueron aceptados finalmente como "Evangelios Canónicos" incluidos en el Nuevo Testamento, pero que si son una fuente que nos enseña acerca de la vida de María. Algunos de estos evangelios apócrifos que relatan detalles de su vida incluyen el Proto Evangelio de Santiago, el Pseudo-Mateo, y el Evangelio de la Natividad de María.

De estas fuentes apócrifas, sabemos que el padre de María era Joaquín, un hombre justo, pastor de ovejas, de la tribu de Judá, y que vivía en Nazaret. Era muy generoso, y tenía como costumbre dar un tercio de sus bienes a los pobres, a las viudas y a los huérfanos, otro tercio al templo y a las personas que servían en él, y el último tercio lo guardaba para sus necesidades y las de su familia. La madre de María se llamaba Ana, hija de un sacerdote del templo judío, que había nacido en Belén. Joaquín y Ana habían estado casados por muchos años, pero no tenían hijos. Esto, en la cultura de su tiempo, se consideraba como una maldición de Dios, una humillación delante de todos. Rogaban incesantemente a Dios que les diera hijos, prometiéndole que le dedicarían la vida de su hijo o hija. Un día, un ángel del Señor visitó a Joaquín mientras pastoreaba, y le anunció que Ana daría a luz a una niña. Luego el mismo ángel también apareció a Ana, dándole la misma noticia. Se alegraron mucho y agradecieron a Dios Su Gran Misericordia. La Iglesia Ortodoxa celebra la fiesta de la concepción de María por sus padres, el día 9 de diciembre. Celebramos su nacimiento el 8 de septiembre. Cumpliendo con su promesa a Dios, Joaquín y Ana llevaron después a la pequeña María al templo para dedicar su vida a Dios. Esta fiesta, la Presentación de María en el Templo, la celebramos el 21 de noviembre.

María en la Biblia

En el Nuevo Testamento, encontramos referencias a María en los Evangelios y en el Libro de los Hechos de los Apóstoles.

Del Evangelio según San Lucas, sabemos que un ángel del Señor fue enviado a  María, cuando era una joven virgen comprometida con José, para anunciarle que nacería de ella el Niño Dios, por obra del Espíritu Santo.  (Lucas 1, 27 al 38) "El ángel…le dijo, 'El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra, por lo cual también el santo Ser que nacerá será llamado Hijo de Dios.' " María, ante esta asombrosa nueva, aceptó gozosa. "He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra." (Lucas 1, 38) El Evangelio de Mateo también afirma que María concibió a Jesús por medio del Espíritu Santo. "El nacimiento de Jesucristo fue así: Su madre María estaba desposada con José; y antes de que se unieran, se halló que ella había concebido del Espíritu Santo." (Mateo 1,18) Luego la Iglesia expresó esto mismo en el Credo Niceo-Constantinoplano, escrito en los primeros dos Concilios Ecuménicos en los años 325 y 381. "Y en un solo Señor Jesucristo… quien por nosotros los hombres y para nuestra salvación, descendió del cielo, se encarnó del Espíritu Santo y María Virgen y se hizo hombre."

De igual forma sabemos,  del Evangelio según San Lucas, que María era prima de Isabel (Elizabeth), la madre de San Juan Bautista, y que ella fue a visitarla antes de que naciera su hijo. "Aconteció que, cuando Isabel oyó la salutación de María, la criatura saltó en su vientre. E Isabel fue llena del Espíritu Santo." (Lucas 1,41)

El Evangelista San Juan relata que María estuvo presente cuando Jesús hizo su primer milagro en Caná de Galilea, cuando convirtió el agua en vino, en la celebración de unas bodas. (Juan 2,1 al 11)

En el libro de los Hechos de los Apóstoles, se relata que María permaneció junto a los discípulos después de la muerte y resurrección de Jesús : "Todos éstos perseveraban unánimes en oración junto con las mujeres y con María la madre de Jesús y con los hermanos de Él," (Hechos 1,14) y que estaba con ellos también en la Fiesta de Pentecostés, cuando recibieron el Espíritu Santo (Hechos 2,1). Ella, que había cobijado a la divina Persona del Hijo de Dios en su vientre por poder del Espíritu Santo, ahora recibe el Espíritu Santo en su divino descendimiento.

María en la Iglesia

En la Iglesia Ortodoxa, todo cuanto creemos y afirmamos acerca de María, se relaciona directa y explícitamente con nuestra fe en Jesucristo, el Hijo de Dios, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad Hecho Hombre. La "Mariología" está imprescindiblemente relacionada con la "Cristología," con nuestra fe en la Encarnación.  Sostenemos  dos dogmas acerca de María : primero, como ya hemos dicho, que ella concibió a su Hijo Jesucristo por obra del Espíritu Santo, como encontramos en el Credo Niceo-Constantinoplano. El segundo dogma acerca de María fue proclamado por el tercer Concilio Ecuménico, celebrado en Efeso en al año 431. Este dogma afirma que María es Theotokos, es decir, "La que Dio a Luz a Dios", Madre de Dios, y no solamente Cristotokos, o sea, únicamente Madre de Cristo.

Asimismo la Iglesia nos enseña acerca de María en su himnología. Numerosos himnos y oraciones son de alabanza o de súplica a la Santísima Virgen María.  Al comienzo de cada Divina Liturgia, el primer himno (antífona) que se canta es a María : "Por las intercesiones de la Madre de Dios, Sálvanos oh Salvador." También, después de la consagración del pan y vino en el Cuerpo y Sangre de Cristo, se canta un himno de alabanza a la Virgen María. "Verdaderamente es digno bendecirte, oh Madre de Dios."

La iconografía también es fuente de enseñanza acerca de la Madre de Dios. Los íconos de ella siempre la demuestran con el Niño Jesús en sus brazos, tal como se ve en el ícono de ella que se encuentra en el iconostasio o en el ápside del altar. Esto manifiesta que la principal importancia de María es que haya dado a luz a Dios-Hijo. Un ícono de la Santísima Virgen María es siempre imagen de la Encarnación. Otros íconos demuestran distintas fiestas que celebramos de ella : su nacimiento, su presentación en el templo, y su dormición, entre otros.

María, la Madre de Dios,  figura prominentemente en los escritos de los Santos Padres de la Iglesia. Encontramos referencias a ella en sus escritos tan temprano como el siglo II. San Ignacio de Antioquía, a quien la leyenda identifica con el niño que acogió Jesús en sus brazos cuando habló del reino, es considerado como el "primer escritor mariano".  Este santo, que sufrió el martirio en los primeros años del siglo II, afirma que Nuestro Dios Jesucristo fue llevado por María en su seno, conforme a la disposición divina, y que María la Madre de Nuestro Señor era en verdad virgen. San Ambrosio, Obispo de Milán en el siglo IV, dijo : "La vida de María es una regla de vida para todos. " También en el siglo IV, San Cirilo de Jerusalén, quien fuera una importante figura en el Concilio de Efeso, en el sermón que se considera como el más célebre de la antigüedad sobre María, dice así : "Regocíjate, María Madre de Dios, venerable tesoro del mundo entero, luz inextinguible, corona de virginidad,  báculo de la Ortodoxia, templo indestructible que contiene lo incontenible… es a través de ti que se glorifica y se adora a la Santísima Trinidad; mediante tuyo, se venera a la preciosa Cruz en el mundo entero; por ti los cielos se alegran, los ángeles y los arcángeles se regocijan, y los demonios huyen;… por ti toda la creación ha alcanzado el conocimiento de la verdad. "San Juan de Damasco, en el siglo VII-VIII, afirma que ella es virgen "en mente, en alma y en cuerpo," y nos asegura que "en ella se personifica todo el misterio del plan divino de la salvación." San Andrés de Creta lo expresa de la siguiente manera : María es "la ciudad viva del Rey y Dios, en que Cristo habitó y obró nuestra salvación."

 

María en las Fiestas de la Iglesia

En el Año Litúrgico Ortodoxo, las fiestas dedicadas a la Santísima Virgen María son :  la Natividad de María (8 de Septiembre), en que celebramos su nacimiento;  la Presentación de María en el Templo (21 de Noviembre), en que María es presentada en el templo por sus padres San Joaquín y Santa Ana para dedicar su vida a Dios; la Anunciación (25 de Marzo), en que celebramos el anuncio del Arcángel Gabriel a ella y su libre aceptación de ser la Madre de Dios;  y la Dormición de María (15 de Agosto). Ya que nuestro año litúrgico se inicia el 1 de Septiembre, podemos ver que una fiesta principal de María (su nacimiento) lo inaugura, y otra (su Dormición) lo cierra. La Anunciación se basa en el texto del Evangelio según San Lucas (capítulo 1). Conocemos los acontecimientos que celebramos en las tres otras fiestas por los escritos del Evangelio Apócrifo de Santiago. Además de estas fiestas mayores, durante todo el año celebramos otras fiestas menores en que recordamos a María, la Santísima Virgen y Madre de Dios.

 

María en la Oración

En el tesoro de su himnología, la Iglesia Ortodoxa incluye dos oficios distintivos a la Virgen María : El Paráclisis y el Acathiston. El Paráclisis es un oficio de súplica a María, tradicionalmente celebrado a diario durante las 2 semanas de Cuaresma en preparación a la Fiesta de la Dormición (1 a 14 de agosto). El AKathiston es celebrado en nuestra iglesia los días viernes por la tarde durante la Gran Cuaresma, y el una oración de alabanza a la Virgen. Es atribuido a San Romanos el Melodista.

Además de estos singulares oficios, existen himnos a María denominados "Theotokion" (de la palabra griega Theotokos, o Madre de Dios), una para cada fiesta que la Iglesia celebra. Esta insistencia de la Iglesia en recordar a María en su vida litúrgica en forma constante, demuestra la gran importancia que tuvo la libre colaboración de María en el Plan Divino de la Salvación.

 

María en la Vida de los Cristianos Ortodoxos 

La Santísima Virgen María no fue un simple instrumento pasivo en la obra de nuestra salvación. Ella podía aceptar la invitación de Su Creador, o bien rechazarla. Pero su respuesta a Dios fue un "si", libre y valiente. Ella personifica la libertad humana restaurada. En ella vemos la vocación de cada mujer y de cada hombre, de la humanidad entera. María es la simiente e imagen de la Iglesia. Ella siempre buscó realizar, en su propia conciencia, el significado de su maternidad divina.

Dios ofrece a cada ser humano el libre don de vida nueva en Su Reino Eterno. Depende de nosotros, de cada uno individualmente, de aceptar este don, o rechazarlo. María es el signo de la aceptación de este don divino.

María participó en la obra de nuestra salvación no sólo corporalmente, sino también mediante su fe personal y obediencia. Se abrió al Espíritu del Altísimo. En la conciencia de la Iglesia, la imagen de María no es una de feminidad frágil y pasiva. Ella es la Nueva Eva, arquetipo de la plena y verdadera humanidad, llena de la gracia vivificadora del Espíritu.

Glorificamos a María por la maternidad que ella recibió de Dios por el Espíritu Santo. Ella nos revela la vocación más alta de todo ser humano : Dar a luz a Dios en uno mismo, y para toda la creación, por el Espíritu Santo.

En Nazaret de Palestina hace 2000 años, un ángel visitó a una joven Virgen, y ella acogió con regocijo su saludo. Mediante ella, el mismo saludo se dirige a la humanidad entera.

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