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La Natividad de la Madre de Dios 

  • La enseñanza tradicional que se celebra en los himnos y versos de la liturgia de la fiesta es que Joaquín y Ana eran una piadosa pareja, fieles de la Antigua Alianza y seguidores de la Ley Mosaica. Esperaban la venida del prometido Mesías. La pareja era bastante mayor de edad, y no tenían hijos y rogaban fervorosamente al Señor que les diera hijos, ya que entre los judíos la esterilidad era un signo de la falta del favor divino. En respuesta a sus oraciones, la anciana pareja fue bendecida con una hija quien llegaría a ser la Madre del Mesías, el Cristo; la Madre del Dios Encarnado. Era necesario que alguien nacido de carne y sangre humana fuera espiritualmente capaz de ser la Madre de Cristo Dios, y ella debía nacer en este mundo, hija de dos personas espiritualmente preparados para ser sus padres. La fiesta de la Natividad de la Theotokos, por lo tanto, es una glorificación del nacimiento de María, de la persona de María misma, y de la santidad de sus padres. Es también la celebración de la primera preparación de la salvación del mundo. Pues María es el “Recipiente de la Luz”, el “Libro de la Palabra de la Vida”, la “Puerta del Sol Naciente”, el “Trono de Sabiduría”. En el oficio de Vísperas, las tres lecturas tomadas del Antiguo Testamento son “mariológicas” en su interpretación neotestamentaria. Es así entonces, que se comprende que la escalera de Jacob que une el cielo con la tierra y el lugar que es llamado “la Casa de Dios” y la “Puerta del Cielo” (Génesis 28,10-17) simbolizan la unión divino-humana, la cual se realiza del modo más perfecto y más completo, tanto en lo espiritual como en lo físico, en la persona de María la Theotokos, la Progenitora de Dios. También simboliza a María la visión del Templo con la “puerta al Oriente” perpetuamente cerrada y llena de “la gloria del Señor”. Se refiere a ella en los himnos como “el templo vivo de Dios lleno de la divina gloria”. (Ezequiel 43,27-44,4) María es también comparada a la “casa” que la Sabiduría Divina construyó para sí, según la lectura de Proverbios 9, 1-11. La lectura de la Epístola para la Divina Liturgia es el conocido pasaje acerca de la venida del Hijo de Dios en “forma de siervo, hecho semejante a los hombres” (Filipenses 2,5-11). La lectura del Evangelio, que es él que siempre se lee en la Divina Liturgia en fiestas de la Theotokos, cuenta el diálogo entre Jesús y Marta (Lucas 10,38-42) después del relato de la mujer en la multitud quien glorifica a la Madre de Jesús. El propio Señor responde que aquella misma bienaventuranza que recibe su madre es para todos “los que oyen la palabra de Dios, y la guardan.” (Lucas 11, 27-28) Entonces, en la fiesta de la Natividad de la Theotokos, tal como en todas las celebraciones litúrgicas de la Madre de Cristo Dios, proclamamos y festejamos que mediante la bondad y amor de Dios para con la humanidad, cada cristiano recibe lo que recibe la Theotokos, la “gran misericordia” que se concede a todos los seres humanos por el nacimiento de Cristo de la Virgen.

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